Mi Alter ego y Yo somos 3 – Toma 10

Qué dolor, qué dolor… que pena. Quedarse sin cataplines no es plan. Un amiguete eunuco, hombre fuerte e influyente en el abracadabrante cortejo de pelotas que rodeaba a Nerón, desaconsejó la bravuconada de la 3. De corte nada.
En sus cabales, con un divorcio exprés, la 3 retornó al redil cabizbaja y meditabunda. En son de paz, al reconocer sus limitaciones obvias, decidió dejarme hacer… sin deshacer lo que la sabia naturaleza había diseñado de origen y con esmero. Es decir, la 3 aceptaba la máxima romana por excelencia, aquella que decía… de etérea vida propia a rocoso cuerpo ajeno.
AVISO: Cultos latiniparlos del mundo, uníos pero no busquéis en las alforjas del Trastevere. El adagio es de cosecha propia. Aunque, por razones sanguíneas, uno sea tifoso del Udinese y no de la Lazio.
Por su silencio –sólo roto por la ranura empaquetada del telediario– de Alterio y sus andanzas, poco o nada se sabía. Mal asunto. En algo sinuoso y espeso debía andar ese sinvergonzón. El muy bandido, cubriendo huellas, negaba la vista de frente y te daba el cogote hasta para –sólo ocasionalmente– saludar. Las noches largas y obscuras me hacían temer que él y sus compinches preparaban algo. ¿Complot? ¿Protesta?… ¿Golpe de efecto?
Una tarde de viento tempestuoso y café a solas en la esquina, la Secreta en secreto vino a verme. Con cajas destempladas, me lo aclaró todo. Atentar o tratar de atentar contra el señor presidente de los Estados Unidos de América no es moco de pavo. Por mucho que se tratase del infausto Donnie T. y con todo lo que me hizo a mí –como pintor y como persona– en 1980 en la galería de su amiga, Barbara Walter, Yo, hombre de paz por encima de todo, suprimiendo la antipatía y la repulsión que le tenía y le seguiré teniendo hasta que se quedé sin votos, sin Botox y sin tupé, al ver las fotos que los polizontes de la Secretísima me plantaron delante, tuve que reconocer la evidencia, bajar la cabeza y darme cuenta del desaguisado turbio en el que Alter me había metido. La bomba de cartón rellena de fuegos artificiales la plantaron él y su panda de devotos de Lev Davidovich Bronstein… pero hete aquí que la foto que blandía la poli era la mía. ¡Rayos y truenos! ¿Tenía yo algo contra el presidente de los omnipotentes U.S.?… ¿Yes?
Yo les puedo contar con todo lujo de detalles lo que me aconteció en Madison Avenue (poco antes de que mataran a John Lennon en el Dakota) con el ínclito botarate, con el brabucón que todavía mantiene al mal-llamado mundo-mundial con los congojos de corbata dada la chulería y la sinrazón de la que sigue haciendo gala –que no es la gala de Medina ni la flor de Olmedo, que diría Lope– dentro y fuera de su caseta de cartón, de su Casa Blanca desteñida y desconchada… pero de ahí a atentar contra su vida en su primer viaje a Bruselas como máximo mandatario del Imperio (¡vergüenza tendría que darle a sus votantes democráticos!)… no. Hasta ahí no. Esa pachangada truculenta, eso sí que nones. ¡Payasos al circo!
Barbara –la dueña de Barbara Walter Gallery donde exponía un servidor en uno de mis primeros one man shows en Nueva York– y el Pato Donald, se conocían desde pequeños. De hecho, iban al cole juntos. Él, un pelín menor.
El padre de la Walter, mecánico, se había hecho con unas cuantas gasolineras en los barrios más diversos y jugosos de Manhattan. El padre de él, del D.T., ya entonces un consumado evasor de impuestos y, a la sazón, maquinando cómo convertir a sus lebreles una década más tarde en “banqueros” con los fondos que el estado le proporcionaría para construir casas sociales en los terrenos de las gasolineras de su nuevo socio (el padre de la pobre Barbara).
Me perdonáis, pero en estos momentos me veo delimitado por el cupo de palabras auto-impuestas para el blog. Seguiremos informando, como decía Arias Navarro, que no contaba batallitas de Trump sino de otro iluminado, ferrolano y chusquero… de todos y todas conocido.

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1 thought on “Mi Alter ego y Yo somos 3 – Toma 10

  1. Es muy divertido relato por lo irónico y jocoso de su contenido, aunque confieso que pude leerlo con diccionario al lado.
    Mi conocimiento del castellano es limitado ante esa vorágine de palabras.
    Un abrazo.
    Luzma

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