Mi Alter ego y Yo somos 3 – Toma 6

Con el paso del tiempo, el sempiterno desastre gubernamental y los 1000 incidentes que lo testifican, la 3 y el Alterio se han hecho adictos asiduos al santuario de la Falsa Promesa. Modelos no les faltan.

En un par de días de antipatía y guerra santa, generosos, me volvieron a dirigir la palabra. Vaya regalo más chungo que me ha tocado en la tómbola.

Más suaves que una braga de seda vieja, se ve que ambos se lo pensaron y entonces, los muy saduceos, centraron sus carantoñas pelotas en mí. Yo, todavía enfadado con ellos, me agarré a la pesadilla altiva del no olvidar. ¿Perdonar? Eso menos aún. Conociéndome, no sé cómo se les ocurre. ¿Será que ahora, como me ven tan cerca de los encantos de Analía y sus “poderes psiquiátricos” me están empezando a respetar? ¿Me tendrán miedo a mí… o a ella?

Ese par de dos, no son más que unos meros pulgones, unos ladrones sofocantes que chupan sangre, unas bicéfalas ladillas culeras que se retroalimentan de las majaderías que masculla el uno y de las paridas que maquina la otra.

Lo de reanimar la pieza de teatro de mis entretelas en experiencia cinematográfica reconvertida en miniserie para verla junto al pijama-trazas, el dry Martini (shaken, not stirred) y el sofá casero, les tenía con las fauces abiertas, prestos a callarse por un rato y militar en las filas de los que creen que la vida es sueño, que los sueños sueños son y que el cine-televisivo es un somnífero que te evita tener que pasar página por ti solo para honrar a Calderón.

La 3, dispuesta a la tachadura, proponía cambio de título. Así, para el mercado anglo, el de todos y todas las que nos encontramos bajo el actual yugo imperial washingtoniano –aunque algunos y algunas en las Europas pretendamos ir de sociatas-independientes– la cosa debía titularse, “The day of destiny”. Yes?

Por su parte, Alterio, en busca de voto fácil y grosero, sugirió dejarle al respetable la opción de elegir la condición del estrambote. Es decir, si los 4 personajes de la obra estaban muertos, el público, con su voto, en mayoría, determinaría si para unos, infierno castigador, para otros, paraíso evanescente y para el resto, ruleta rusa-ucraniana con las vergüenzas al aire del enano Putin y su señora la Putina. Esa es la carne de hoy en día.

¿Teatro de vanguardia? Sólo yo estaba por la labor. Televisión al uso y abuso, una horterada. Según el sabidillo-progres del Alter, teatro clásico… tampoco. Humor improv, aún peor. O cine-cine, a lo Su Majestad (Sergei Mikhailovich) Eisenstein, o cuchillo al cuello, tovarich.

¡Ya estamos jodiendo la marrana como todos los días! ¡¡Esas sanguijuelas ni por la noche me dejan estar con el ojo cerrado en paz!! Metiéndole mano al subconsciente por las bajeras, me horadan el sueño y me perforan hasta la caja-fuerte del descanso. ¿Qué habré hecho yo para merecer esto?

Muy “dialogante”, la 3 se agarró a una matraquilla facilona, muy cercana a esos valores tan zafios que la mantienen con el espinazo firme, el gesto tieso y el periscopio altivo.

Menos mal que en eso, como en otras muchas cosas, Analía, que es de carne y hueso, sí que me apoya, deshilacha el texto y profundiza en los trasfondos. Sin miedo.

Si bien, al oír las argumentaciones de la Krasser, la 3 volvía a la carga. Si el autor cedía y le entregaba al publicazo sin cabeza, a la patulea burda, la opción de elegir el estrambote populachero/democrático, la 3 se apeaba y me dejaba por otro, abandonado como una colilla. Pero no, no caería esa breva.

Aunque pensándolo bien, como negocio no estaría mal, me replantee yo. La 3, eso es cierto, es una chica de lo más resultona. Opina mucho, pero solventa más de una papeleta de esas peliagudas.

Si vuesas mercedes se están preguntando a quién se la podría uno encalomar, tendrían ustedes su punto, pero me consta que novios –y acaudalados– no le faltan y, como la mercadotecnia manda tanto en estos días, la venta de la 3 podría llegar hasta a cotizar en Bolsa como uno de esos NFT cualquiera. ¿O no?

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