Mi Alter ego y Yo somos 3 – Toma 2

Por fin, dado el fervor y la aplastante demanda popular, decidí hacer caso y no, heroico, no me quedé el día entero sentado en la taza. Después de abreviar la tarea chocolatera, armado de valor –que como chocolate no vale mucho– salí valeroso a hacerle frente al señor buzón que me aguardaba repleto de sobres, propaganda y papeletones bancarios.

En resumidas cuentas, los planos del chalet piloto en la sierra llegaron con prontitud, aupados en el bombo y platillo del marketing chacinero y la ampulosidad socorrida del lujo de detalles que, entre líneas, claramente instaba a una venta rápida. Sí o no. Esto es el rien ne va plus. Como siempre, yo opté por reflexionar, sopesar y tomar mi tiempo y, puestos a tomar, tomar una decisión mancomunada, una de esas que contemplase pros, contras, gustos y disgustos. ¡Toma democracia representativa!

La primera reacción de Alter me agarró con la guardia baja. Con tono lacerante e intención lasciva, el que oficialmente presumía de ser “mi otro yo”, me espetó soliviantado:

A: –Te conozco. Si quieres pasarte el resto de tus días aislado en una sierra calva y de juguete como la de aquí, déjamelo saber a tiempo, tío. Las huestes del calor reconfortante, la arena fina y la playa gozosa somos amantes del bikini recortado y la pesca submarina. Esos espíritus boyantes, querido, te decimos adiós y, asúmelo, aquí y ahora te dejamos colgado.

Con el bañador desteñido en la mano y el bronceador untado hasta en las cejas, ni se despidió al pegar el portazo de rigor en do mayor. Ciao.

Dolido, por andar tan meditabundo, tan roto en dos –en tres– tan solo, le di con el codo a la 3, a ver si ella desde su atalaya de unión del centro democrático, se prestaba a echarle un ojo o dos al chalet piloto de marras, el que aunaba las ansias más pertinaces de mis entretelas. Si ella se avenía, yo estaba dispuesto a ir todos los días a visitar la granitura férrea que nos dejó Felipe… el segundo, el del fervor monástico que supo traducir al mazacote Juan de Herrera.

La 3, descarada, pisó el acelerador y trató de imponerme su ley, su ley de la templanza, su fantasmagoría blanqueada del nuevo Deutsche Mark…. ese engendro denominado hoy día Euro.

Erre que erre, sin apearse de su carril, la 3 se explayó:

3: –En el Centro no se puede ni respirar. Entre Sol y Gran Vía no hay quien pare.

Apenas bajo control, vitriólica, se me quejó del gentío, del tropel, de los tropezones, del turisteo, del figuroneo, de no poder dar un paso sin pisar o que te pisen.

Con el vacío dejado por Alterio-el-alterado, yo creo que la 3 se aprovechó para añadir espacios, a codazo limpio, como si anduviese paseando por su barrio.

Al oírme tan firme en la propuesta de El Escorial, estuvo a punto de avergonzarme con la hoz y el martillo –ambas tan oxidadas como sangrientas– esas reliquias que lleva todavía ocultas debajo de la enagua demodé que se mercó la caprichines en Cortefiel.

Vale. Mensaje recibido. Entrando a saco como Atila en el corazón del foro –romano– donde se regurgitan las grandes y sabias decisiones que pertenecen a la alta curia, harto de la una y del otro, salté determinado…

Yo: –A la porra. ¿Sabéis que os digo, dúo de la bencina? Ni playa, ni montaña, ni pisazo en Conde Peñalver. Nos quedamos aquí los tres haciendo aguas en Lavapiés 22. De momento… Pero os juro que esto no se queda aquí. Esto se hincha.

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2 thoughts on “Mi Alter ego y Yo somos 3 – Toma 2

  1. Fascinante este diálogo! Personalidades bien definidas y con fuertes opiniones… divirtiéndome de ser la proverbial ’mosca en la pared’ y seguir ‘escuchándolos’ a los tres!

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